De la doble personalidad y otros cuentos.

Hace rato, Mel me dijo que había una crema que tenía tres rostros y le pregunté si a caso ella tenía doble personalidad...y es que, a ver, digánme si miento a caso, en estas ondas del mundo virtual se da bien mucho eso...y ahí tienen a quienes siendo bien machines, se meten a un chat y dicen que son nenas sabrosas (bueno...así hay muchas historias macabras).
Y así, me puse a pensar en la otredad y ufff, puede tener varias vertientes, positivas, negativas u horrendas o a ver, piensen en esta obra de Stevenson - El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde- no se, a mi me da duro eso de "yo soy otra", me encanta...y no es que me transforme, no la mera verdad no... de hecho, nunca he sido "alguien más" para decir o hacer algún mal a otros, más bien eso se me hace gachito y así, medio deplorable y en mi mente hay un "pobrecito, tenías que ser tan cobarde".

Bueno, esta entrada no pretende ser un tratado sobre la otredad y más, no...para eso hay muuuchos muchos psicoanalistas, textos en interné y libros, es más, sinceramente de la otredad yo no se nada!, porque a fin de cuentas lo que se, más bien lo interpreto y en buena onda lo veo como eso que te hace encontrar en ti mismo diferentes perspectivas, tu yo que te complementa, lo que te hace querer correr y lo que te pide que te sientes, la lucha entre ti mismo, tu meta, tu apoyo...lo que no te hace desear nada de los demás, tus ojos, tu juez, nunca tu verdugo; quien te dice "por ahi vas bien...yo veo, tú que dices'", el eterno diálogo de ti, con el otro que...sí, vive en ti....

En mala onda, lo veo como una pantalla, una pose, un personaje cobarde y sin creatividad a quien le gusta joder gente y pide a gritos "auxilio, porque no puedo conmigo".



Acecho a la razón.
Roxana Elvridge -Thomas

Ardiente afán por lo inasible.
Cegado tímpano de espejos que consume esta epidermis arrogante en su precaria ingravidez de rosa.
Oscura cicatriz de la memoria –exigua validez de cosas muertas- oprime inútilmente a la materia quearisca,sola,bifurcada,huye de esos tórridos confines, se oculta a la rendija que la explora.
Trucha que se escurre de entre puños llevando su presencia hacia el olvido.MientrasAustera, estéril, coronada, la razón prendada de espejismos clama ávida en su légamo de escamas. Abrasada, sí, por deseos caducos –concebir lo incierto-, por esos pies de barro que sostienen, crudos, su altivez omnipotente.
Qué ríos de emponzoñada sangre manan de impotencia, qué vientre reventado sin parir.
Círculo vehemente que no alcanza lo que atisba su linterna.
Triste mote, sapiens, para el hombre.
Se cree hacedor del mundo, y no puede crearse ni a sí mismo.