Dedicado a la memoria de una aparición muy viva.
Nunca había conocido a un hombre tan lleno de mágia, y es que siempre he tenido la ferviente idea de que las fotos engañan.
Su fotografía llegó a mi una madrugada de hace ya muchos ayeres, el amigo de un amigo...el primo de un extraño que ya pintaba para gustarme como primo.
Magistralemente su imágen se fue clavando en mi mente, el primer amor de una adolescente (si, como no), la primer obsesión de jueventud...la peor droga para las noches en vela de una desvelada vampírica que se nutria de un cáliz inexistente, una imágen.
Las obsesiones son macabras y sus efectos y causas son peores, lo que alguien puede hacer por dichas osesiones, raya en lo absurdo, ridiculo...o, "inserte aquí usted el adjetivo que mejor prefiera". Así poco a poco me fuí haciendo de lo esencial: nombre, dirección y teléfono. Y él poco a poco se fue haciendo de mi presencia.
No sé cómo lo tomó, no se si pensó algo...sólo recuerdo que de pronto si tenía algo que contar, ahí estaba yo y las interminables horas pegadas a un aurícular que se sentía como gloria con su voz melodiosa, con la madrugada siempre detrás.
Por motivos que aún no logro comprender lo conocí en persona casi un año después, tiempo en el que indudablemente el furor de la obsesión disminuyò y todo lo transformo en una relación cool de cuates que escuchaban a "Air" mientras masticaban Ravioli y espinacas o algo así y lanzaban una que otra mirada furtiva que no significaba nada más que paz.
Una que otra salida, uno que otro acercamiento (todos llenos de floreja y decepción), abrazos pretexto y miradas inoportunas que cachaban sus labios en la boca de otra persona...pero la obsesión seguia deformandose y entoces ñoñamente coreaba en mi ser "con todos menos conmigo", mientras los cigarros se consumian.
Extrañamente él siempre estaba ahí y por verlo obligaba a mis novios a llevarme a dónde él estuviera, aunque luego vinieran los reclamos llorones: "se siente una tensión de amor-odio-desesperación-pantalla entre ustedes, en sus conversaciones, en lo poco que se dicen, porque en realidad no se dicen nunca nada". Así es, era patético.
La última vez que lo vi, le compró unos esquites a su novia y eso me pareció un acto demasíado ordinario, así que decidí parar la obsesión de tajo y me olvidé de él por un buen tiempo...
Pero como lo dije, como en cuento de Maupassant, él siempre estabá ahí sin estar. Y entonces comencé a enterarme de su vida de nuevo, obviamente ya sin los desvelos y los planes frustrados, verlo darse besos con alguien resultaba totalmente irrelevante y creí que comenzaba a sanar.
Luego vino una época de crisis, a mi me pusieron en jaque y a él le mandaron una enfermedad insoportable, de esas que tienen que ver con el estado de ánimo y la mala ondes.
Nunca sentí pena ni dolor, nunca me preocupé, no lo busqué, ni le dije "te voy a cuidar", le hicieron daño, creo, y no me inmute... si a caso alguna vez pensé en mandarle un gran ramo de flores y frutas y una cajita de lexotanes.
De nuevo comencé a escuchar sus penas interminables y sólo me daba coraje "te dije que te cuidaba y nunca quisiste, ve en dónde estas"... pero era un necio, nunca hizo caso. Cuidarlo no significaba amarlo, yo no lo quería para boda...mi amor por él siempre fue claudicante. Tanto que los distractores me alejaban del camino siempre a la menor provocación.
La luz brillante se disipó, y sólo quedó una flamilla temblorosa al final del tunel.
Y comencé a olvidar, a hacerle proposiciones sin fundamento y a hacer caso omiso a las suyas, el juego interminable de la velita encendida, nunca nada en concreto.
Ya pasaron muchos años de eso, y este escrito tuvo el punto justo de cocción un día que navegaba por la interminable red y nuestras vidas forzosamente se cruzaron, la mágia vibro de nuevo y con coraje llamó de madrugada desde una fiesta sin touch para reclamar por casi insultarlo al decirle que ya no era lo que solía ser.
Todo quedó en que teníamos cuentas por saldar, insultos que derivar, vasos y cigarros que consumir, pusimos fecha, lugar y ganas...pero los dioses no fueron propicios y me dio cobardia poner fin.
Mi amor del 81 ahora tiene 28, le se de lejos casi todo y de cerca no le conozco ya nada. No ha cambiado mucho y me dicen que sigue teniendo mágia; se forjó en el "una cosa llevó a la otra", pero a nosotros más bien nos llevo a la nada. La esencia de dicho afecto estupidamente platónico esta exclusivamente relacionada con los influjos de las madrugadas, sus mounstros y las hadas, con la ausencia del sueño y todo lo que queda en el infinito del "veremos", esta ligado al rencor y la decepción, se alimenta de lo que se esconde entre lineas y los besos de chocolate nunca dados. Jamás ha sido puro ni decente, mucho menos discimulado "porque no vaya a ser que alguien se vaya a enterar", pues hasta para flirtear hay que tener agallas (quien no las tiene es mucho más patético que quien tiene amorios por internet y con alguien que NO conoce).
1 comentario:
Si una mujer no guarda un cofre lleno de secretos en su corazón... no es mujer digna de llamarse a si misma capaz de amar.
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